Vivimos en una sociedad que valora y fomenta la autorregulación, la autonomía, la independencia… pero de forma excesiva y casi siempre, desde la desconexión.
La autorregulación y la autosuficiencia excesivas presentes en las personas, son por lo general un
¿Alguna vez has parado a valorar cómo es tu posición ante una persona que está sufriendo?
¿Cómo es tu posición ante tu propio sufrimiento?
¿Le has podido dar espacio a lo que necesitas? ¿Y a lo que necesita la otra persona?
No podemos olvidar que el trauma puede llegar en soledad pero la reparación SOLO se puede dar en compañía de un sistema regulado.
No se trata solo de estar físicamente, sino de estar presentes de verdad, de escuchar con atención, de ofrecer nuestra presencia y no querer resolver ni rebatir lo que la otra persona siente.
Es en presencia de este sistema regulado donde podemos volver a nuestro estado de conexión, de presencia, de regulación.a respuesta al trauma, la única forma que encontraron para sobrevivir.
Sabemos que la magnitud del evento no define la intensidad de esta activación, por eso es tan importante que cuando acompañemos, lo hagamos sin juicio, sin valorar si “en nuestra opinión” la reacción que acompañamos se ajusta a la realidad, tal y como nosotros la vemos.
Es su cuerpo, sus heridas más profundas las que reaccionan ante esta experiencia. Por eso, acompañar requiere sostener todo aquello que la otra persona siente, aunque no puedas entenderlo.
Y más complejo aún, acompañar requiere sostenernos nosotros mismos con todo lo que se mueve en nuestro interior, requiere consciencia de nuestras heridas, requiere contención, requiere estar en conexión con nuestro propio dolor, con nuestras propias emociones.
Está bien si mientras lees estas palabras, pones consciencia en tu propia dificultad para estar presente ante el sufrimiento, esto sólo significa que todos tenemos una historia y no siempre será buen momento para poder acompañar el dolor ajeno.
Se amable con esa parte de ti.