Sabemos lo difícil que puede ser permitirse disfrutar de las cosas pequeñas cuando las grandes preocupaciones y las situaciones que nos desbordan parecen dominar nuestra vida. Hemos aprendido a sostener esta sensación de peligro y de alerta, pero ¿qué nos ocurre con el bienestar y la calma?
Aunque nos esforcemos, con nuestro diálogo interno, en sentir calma en algunos momentos del día, nuestro cuerpo se resiste a salir de su estado actual de alerta. Es desde ahí desde donde nos sentimos a salvo, a pesar de la sensación de agotamiento y ansiedad que tenemos que sostener.
Quizás podamos dar espacio a todo esto que sentimos y sostenerlo, con nuestras manos en la zona de nuestro cuerpo donde sentimos activación, validando y honrando ese estado que hasta ahora nos ayudó a sobrevivir. Quizás después de ese reconocimiento a nuestro propio cuerpo podamos permitirnos un momento de conectar con una sensación diferente, de conectar con un momento pequeñito de placer.
La sensación cálida de el sol en la piel, una taza de café que puedes tomar despacito con sus matices y aromas, esa canción que te hace sentir conectado, parar un segundo a observar esa hoja o esa flor diferente a todas las demás, acariciar a tu perro o gato y sentir su calidez y su olor…
A veces «tenemos miedo a estar bien», a sobrevivir en un mundo amenazante. La invitación de hoy es a tomar un segundo de pausa sin cambiar nada más, sólo un segundo. Es un destello de bienestar que nos hace recordar que estamos vivos sin sentirnos amenazados ni forzados a salir de nuestro estado habitual, ese estado que aún nos hace sentirnos seguros.